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Sobre el terrorismo de estado en Argentina |
ARTES |
LAS ARTES PLÁSTICAS EN ARGENTINA (1970 - 2000) El cierre del Di Tella en 1970 por presión de las autoridades militares, dio lugar al Centro de Arte y Comunicación, donde nacería el Grupo de los 13, luego Grupo CAYC en 1975. Integrado por Jaques Bedel, Jorge Glusberg, Víctor Grippo y Clorindo Testa –entre otros–, propiciaba exposiciones de arte conceptual, arte ecológico, arte pobre, arte de proposiciones y arte cibernético. Sin integrarse en propuestas colectivas, coincidieron desde distintas miradas sobre el concepto Lea Lublin y Liliana Porter, quienes prefigurarían el neococeptualismo, encarnado posteriormente en Jorge Macchi y Juan Paparella. Contrariamente, otros artistas mantenían el acento en las injusticias sociales. Cabe mencionar entre ellos a Antonio Seguí, Carlos Gorriarena, Alberto Heredia y Jorge Demirjian. El realismo optó por una representación mimética del mundo, exacerbada a veces hasta un hiperrealismo preciosista como el que cultivaron Hugo Laurencena, Carlos Arnaiz, o Héctor Giuffré. En esta línea y protagonizando experiencias vinculadas a la política, se destacó Tucumán arde de Juan Pablo Renzi. Oscar Bony, Pablo Suárez y Diana Dowek pueden ser considerados parte de esta fusión entre arte y compromiso militante. Esta postura implicó retomar la senda del arte concreto basado en los principios de la percepción visual y la reivindicación de géneros tradicionales, como se ve en las obras de Víctor Magariños, María Martorell, Rogelio Polesello y los integrantes del Grupo de Arte Generativo: Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal. También por estos años se acentuó la expresión de la identidad latinoamericana, a través de técnicas y motivos propios del arte precolombino. En este camino, Marcelo Bonevardi, Alejandro Puente y Pérez Celis alimentaron el denominado constructivismo rioplatense. |
Tras la dictadura militar y con el retorno de la democracia, se potenciaron las búsquedas. A principios de la década del ’80 surgió el Grupo de la Abstracción Sensible (Carlos Silva y Raúl Masón) que impulsó el retorno al arte figurativo y al trabajo artesanal, enfatizando los elementos pictóricos decorativos y ornamentales que habían sido desvalorizados por el arte conceptual. Hacia 1982 el Grupo IIIII (Guillermo Kuitca, Osvaldo Monzo y Pablo Bobbio, entre otros) y el Grupo Babel (Nora Dobarro, Juan Lecuona y Gustavo López Armentía, por citar sólo a algunos) cuestionaron el concepto de unidad artística y comenzaron a usar elementos extraídos de la historia del arte como lenguaje. La década de los 90 estuvo signada por el arte light o kitsch con abundancia de elementos escolares, domésticos, cotidianos y baratos, en una atmósfera de artificio y cinismo, matizada con elementos retrospectivos resignificados y descontextualizados: Jorge Gumier Maier, Graciela Hasper, Román Vitali, Karina El Azem y Fabio Casero cultivaron esta tendencia. Otro grupo eligió recuperar los principios de la abstracción agregando estilos y materiales de campos no artísticos: Fabián Marcaccio, Alejandra Padilla y Silvia Gurfein son algunos de los nombres de esta corriente. Como contrapartida, hubo otros creadores que mostraron una veta sensible a los problemas y miserias sociales de la época y para mostrar ese rostro apelaron a lo abyecto, integraron en sus obras lo perverso y lo feo con alusiones permanentes a la violencia, a lo efímero de la vida y a la degradación corporal. En esa senda expresiva recurrieron a materiales corrompibles de origen animal o humano y a elementos rotos o fuera de contexto. Este fue el camino transitado por Daniel Santoro, Nicola Costantino, Alicia Herrero, Gabriela Sacco y el Grupo Escombros –con su estética de lo roto–. . (de http://www.argentina.gov.ar/argentina/portal/paginas. dhtml?pagina=1921) |
La Noche de los Lápices César López Claro |
Dictadura Argentina Sebastián D. Hermosa Acuña |
3 Niñas Argentinas Inmoladas: Gimena Hernández, Nair Mostafá y María Soledad Morales Mildred Burton |
La Chica de la UES Mariano Sapia |
Sin Título Roberto Aizenberg Parque de la Memoria, Bs.As. |
El fresco de la noche estaba impregnado por el aroma de eucaliptus. La brisa jugueteaba con ramas flojas y, más allá, los ladridos inquietos denunciaban la presencia de extraños. Todo aparentaba tanta intrascendencia, que parecía imposible que el grupo de siluetas que se desplazaba en la obscuridad estuviera involucrado en un acto terrible. El camión verdinegro acababa de aparecer detrás de un Ford Falcon y de las puertas habían saltado varios soldados.. Tras una serie de órdenes emitidas por un hombre de bigotes con rostro angelical, que aparentemente lideraba al grupo, se bajó a los tropezones a tres encapuchados que, semi disueltos en la luz vaporosa de los vehículos, fueron empujados hacia un rincón apartado de ese pedazo del mundo. Los perros enloquecieron y, con el alboroto, se encendieron las luces curiosas de una casita inconclusa que se hallaba a una cuadra del lugar. El ángel del bigote dio otra orden y un soldado se dirigió hacia la vivienda que acababa de interrumpir el momento. Cuando vino el soldado, qué quiere que le diga, me dijo que apagara la luz y que me fuera a dormir que allí no pasaba nada y, que si pasaba, que el capitán decía que mejor que yo no lo supiera. Qué quiere que le diga, al principio me dio un julepe y mi esposa me dijo que me dejara de joder y que me metiera en la cama. Pero qué quiere que le diga, me entró una curiosidad que agarré y me puse a espiar. El ángel dio la voz de comando y el pelotón se acercó a unos quince pasos de los prisioneros. Les quitaron las capuchas y las mordazas y, en una tertulia de diablos, el grupo quedó semiestático hablando en la obscuridad. Las palabras se perdían en el aire sin que nadie pudiera rescatar la prueba incuestionable de los sucesos que se estaban elaborando. “Ustedes saben por qué estamos aquí, así que voy a ser claro. Nosotros somos soldados y cumplimos órdenes. Y las órdenes en el ejército sanmartiniano son incuestionables. Ésta es una guerra total, señores, en todos los campos, y nuestra misión es destruir al enemigo. ¡Subordinación y valor!” Los perros habían silenciado sus ladridos. Las luces se habían apagado. Uno de los prisioneros lloraba con la calma de un niño. El ángel ordenó que los soldados preparasen sus armas. Hubo movimientos de cuerpos y sonidos de metal. |
No se podía ver bien, qué quiere que le diga, pero parecía que los tres bultos habían sido alineados y a unos diez metros había una fila de soldados que estaban como apuntando porque se veía el brillo de los fusiles. Pucha, me vino un cagazo que, qué quiere que le diga, dejé de mirar. Cuando tronaron los fusiles, el campo quedó mudo, y mudo el horizonte, y sólo se vieron unas chispas juguetonas que salpicaron la noche. Pero fue después, unos segundos después de los disparos, cuando se escuchó un grito atronador, monstruoso. Un grito parte odio y parte pena, un grito divino y diabólico. Un grito tan estruendoso que levantó una polvareda que hizo que los soldados, aterrorizados, dejaran caer sus armas y corrieran hacia el camión. "Debe haber sido un trueno", dijo en forma poco convincente el ángel del bigote. Los tres prisioneros habían caído en un juego de marionetas. Un hilo rojo corría de la sonrisa tonta de uno de los rostros. El que había estado llorando había quedado entrelazado con el compañero que estaba a su lado. A otro, las balas le habían despedazado el rostro. Yo la verdad, qué quiere que le diga, yo no escuché disparos. Eso sí, sentí ese grito increíble. Y qué quiere que le diga, yo no soy religioso, pero me parece, aunque uno nunca puede estar seguro en estas cosas, pero qué quiere que le diga, a mí me dio la impresión de que era algo así como el grito de Dios. El camión quedó perdido en la lejanía, mientras la obscuridad daba paso a la primera claridad imprecisa que nacía en el horizonte. Los cuerpos estaban rodeados de perros curiosos que investigaban el terreno. Al día siguiente, junto a una noticia intrascendente, La Voz del Interior publicaría el comunicado número 438. "El comandante del IIIer Cuerpo de Ejército informa que en el día 12 de agosto de 1976, a las 10:45 de la noche, cuando una patrulla militar transportaba a tres delincuentes-terroristas a ser interrogados en la sede de este comando, el convoy fue atacado por fuerzas subversivas. A raíz del enfrentamiento, los tres delincuentes-terroristas sufrieron heridas de los disparos de los atacantes y fallecieron. Un soldado del ejército sufrió una leve herida en su brazo izquierdo. La guerra contra la subversión continuará hasta tanto se erradique completamente a las fuerzas del marxismo internacional. Firmado: Luciano Benjamín Menéndez, General de División." |
COMUNICADO 438 Néstor Fantini |
LITERATURA |